domingo, 21 de junio de 2009

DE VUELTA... DE TODO...


He regresado... otra vez. Hoy por hoy me pregunto para qué... Me he puesto a escribir de nuevo en el día de peor sentir que tengo desde el 22 de Febrero que puse la última entrada... ciertamente, pudo ser la última.



Llevaba algunos meses sintiéndome muy débil, sin fuerzas para nada. Y yo lo achaqué a, digamos, un reflejo físico de mi estado de ánimo. Pero la cosa fué más allá. Pasó Febrero, y Marzo, y yo cada vez dormía más y me costaba más trabajo despertarme. Pero seguía creyendo que era mi depresión. Ya llevaba una temporada comiendo poco, yo que soy de buen comer, pero en esos tiempos prácticamente sólo picoteaba. Hasta que el 16 de Abril, por la tarde, decidí ir a Urgencias... Resultado: Doce días de hospital, anemia megaloblástica, seis bolsas de sangre y la duda de si despertaría o no. Dijeron que si llego a tardar otras 24 o 48 horas... bueno, mi madre ya no habría podido despertarme al subir a mi habitación.



También es cierto que llevaba ya tiempo perdiendo sangre de diversas formas que, por supuesto y por decoro, no describiré aquí, que tenía que hacer un esfuerzo inmenso para cruzar de una acera a otra, que mi corazón no bajaba nunca, ni en reposo, de 130/150 pulsaciones, y que ya tenía sueño en todos sitios y que me dormía disimulados segundos en cualquier lugar. Dijeron los médicos que esa forma de dormir no era normal, y que, en cualquier momento, cualquier madrugada, me hubiera echado a dormir y no hubiera despertado... hubiera sido, al menos, una muerte dulce...



La verdad es que me estaba dejando morir. Y no me extraña. Por aquella época casi lo deseaba, si no de una manera consciente, sí debajo de mis sentimientos y mi desperación diarios.



Me dieron de alta el 29 de Abril. Al salir, me sentía pletórica. Veía la vida, como suele decirse, "de color rosa". Puedo aplicar todos los tópicos habidos y por haber,y serán adecuados. Me sentía renacida, todo era bello, luminoso, la luz del sol sobre los árboles, el viento que me traía el aroma de la primavera... Y etcétera, y etcétera. Y etcétera.



Volví a mi casa, volví a salir con el que estuve a punto de dejar atrás en mi periplo hospitalario, y al principio, todo iba bien: No me exigían nada en casa, sólo que descansara, me cuidara y comiera como es debido. Él, el que yo hubiera querido que fuera mi Amo, y no sólo mi amor, se comportaba de forma inusitadamente dulce y considerada... Yo, con todo eso, por separado y en conjunto, disfrutaba de la vida como hacía muchos años que no lo hacía... En resumen: El Paraíso.



Mas la realidad no perdona. Y la rutina impone su ritmo. Las discusiones en mi casa volvieron a su regularidad habitual, se acabaron los pequeños detalles y cada una de nosotras se las apañaba como podía, tanto mi hermana, como mi madre, y yo. Él, -"mi" Él-, regresó a su mutismo y frialdad de todos estos tres años y pico. Mostró de nuevo su desconsideración y su falta de empatía y de ternura. Y, en todo este panorama, mi ansia de comunicarme chocaba con todos como con un muro de cristal. Y yo perdí esa luz que me acompañaba desde que tuve lo que mi madre llama Mi Segunda Oportunidad.



Poco a poco todo volvió a perder su sentido. Todo. Hasta hoy, en que me he decidido a volver a expresarme... al menos aquí. Todo ha vuelto a ser gris y triste. Y en estos momentos pienso en lo ilusa que he sido al creer que algo, lo que fuera, había cambiado a mejor...



Las cadenas que no deseo, hechas de días de desesperación y de desilusiones, han vuelto a sujetarme. Las que yo anhelo, forjadas con amor y obediencia, son apenas un espejismo.



¿Qué me queda ya esperar?