lunes, 24 de marzo de 2014

EL ENGAÑO.

¿Cómo pude llegar a pensar que la luz regresaría de nuevo a mí? ¿Qué fué lo que pudo haberme inducido a tal confusión...? Hace apenas unos días que parecía que la vida podría seguir un cierto cauce tranquilo, sin temor ni sobresaltos continuos, pero precisamente el continuo de la vida es el dolor, y los olores del aire que cambia, la tibieza de un sol que calienta sólo a flor de piel no pueden cambiar el hecho de que la calma y la esperanza son parte del pasado y de otra vida... de otra persona...

Pero yo estaré preparada cuando la herida definitiva llegue, he ido construyendo mi refugio durante muchas noches de alcohol y de música, de desamor y de insomnio. He ido añadiendo poco a poco negras piedras a mi construcción, bloque tras bloque de indiferencia bajo la que se apresuran ríos de tumultuoso y sangriento caudal para que su sonido arrulle mis noches futuras de olvido.

Llega un nuevo amanecer, y con él llega la hora de volver a subir los puentes levadizos que la madrugada acabó bajando sin que yo me diera cuenta.

Un nuevo día ha llegado. Pronto el sol asomará por las ventanas, invadirá por unos instantes algún objeto y lo llenará de fuego, y parecerá que en verdad la primavera pudo haber traído vida y esperanza nueva. Pero las estaciones engañan. Las estaciones siempre llevan a destinos oscuros. Y el mío está escrito con sangre.