sábado, 7 de febrero de 2015

PERO YA NO ESTÁS.

Los rayos del sol
que va cayendo este Febrero
conocen al trasluz
el contorno dulce
y tierno de tu cuerpo,
ese sol que nos vió
tantas veces esperarlo
en amaneceres más amables
que este frío despiadado
que aquí en cada mueble
nos acecha...

¿Conoce el viento helado
acaso la desdicha de perderte...?
No debería preguntar:
yo escucho el eterno lamento
de un aire que penetra
hasta el más lejano rincón
de nuestro pecho deshabitado.

Pero tú no estás...

Mi piel conoce bien
la silueta de las huellas de la Muerte,
y yo,
viajera de las sombras
perdida entre las sombras,
anhelo los cuchillos y los filos acerados,
las noches de luna
en que por promesas antiguas
vertía mi sangre para salvar tu vida inocente...

Mis manos recuerdan con nostalgia
el postrero abrazo
en que tuviste que rendirte
para renacer en primavera en otros cielos
donde brillen estrellas más risueñas
que las que apuñalan
este invierno
impío y sin nombre.
Mi condena ya está escrita
y no me importa.

Pero tú no estás...

Seguiré las huellas indelebles
de tus pasos en la nieve,
y continuaré mi camino marcado
cuando parta rumbo a mi Destino...

Escucharé tu voz
y el sonido de tus juegos,
y veré tu silueta de nuevo ágil,
y sentiré el perfume y el tacto
de seda de tu cuerpo y de tu pelo,
y tus ojos como esmeraldas
seguirán fulgiendo en mi recuerdo
cuando me vaya para siempre
siguiendo el trazo impreciso
de un Más Allá que no es el tuyo,
cuando al fin
emprenda mi viaje
hacia la quietud
narcótica y calmada
del olvido.

Pero hasta entonces,
en casa,
miraremos a nuestro alrededor,
y no podremos creer
el ensordecedor vacío
que ahora la inunda,
y el ocaso será
otra senda infinita de ausencia,
y recordaremos todos tus perfiles,
tu caminar silencioso y tu mirada de bosque
como si jamás
jamás
te hubieras ido...

Pero ya no estás.