viernes, 24 de julio de 2009

QUERIDO EXTRAÑO




Querido extraño:



Llevo tres años largos a tu lado. Tres años de una relación incomprensible para los demás y ya para mí misma, aunque no sé si para tí también... Ya debí haber supuesto que este "asunto" no sería como el de los demás, pues desde un principio todo iba al revés. En ciertas relaciones de pareja, suele haber etapas, en las que, en primer lugar, con la ilusión y todo eso, suelen estar bastante tiempo juntos, quedar todos los días y aprovechar cada minuto libre para disfrutar de la compañía del otro. Algunos meses, (o años, depende de la pareja...), la cosa se va tranquilizando, y, aunque se vean muy a menudo, ya no es ese enloquecido arrobamiento de pasar cada segundo juntos haciéndolo todo también juntos....Hasta que, lamentablemente, llega el momento del hastío, de la costumbre, y, demasiado a menudo, de la paulatina separación y de las discusiones cada vez más frecuentes...



Yo, amor de mi vida, inútilmente cariño mío, me doy cuenta de que estas etapas nos ocurrieron al revés, en todos los terrenos, excepto en uno, primordial, pero no imprescindible: el sexo. Y con esto no quiero decirte que el objetivo de esta carta que jamás te llegará sea un reproche en ningún sentido, sino que es una simple y quisiera poder decir, desapasionada exposición de los hechos.



Como te decía, mi amado hombre de piedra y hielo, lo nuestro fué todo al revés, exceptuando la noche en que charlamos la primera vez y nos "conocimos", aunque yo ya te conocía de vista. Ya te había visto otras veces y, una de ellas discutimos delante de un amigo común: Fueron tus primeras palabras que escuché, sin saber que iba a ser el síntoma principal de tu carácter: desapegado, cruel, hiriente e irónico. Mas pasaron los meses, y otra noche coincidimos mi amigo(que era también el tuyo tanto tiempo atrás), tú y yo... ¡Maldito 14 de Mayo de 2006! Tuviste que ser amable conmigo por aquel día, hacer que nos quedáramos a solas en otro bar, tras "librarnos" de nuestro amigo. Me invitaste a unas copas, charlamos, me diste tu teléfono, yo el mío, etc... Aquella noche y las cinco siguientes fueron, digamos, "inocentes", pues de besos no pasamos. Ni necesitaba más. Yo había salido de una relación de 5 años bastante decaída y tú volviste a devolverme la ilusión, y yo me ilusioné de nuevo, como una cría estúpida e ilusa. Como he comentado, mi cielo, salí "bastante decaída" de mi anterior error. No sabía que, tiempo después, ésa palabra sería como comparar la llama de una vela con un incendio, pues eso hiciste, incendiar mi alma de odio, de celos, de dependencia enfermiza de tí, de un amor quemante que me consumía y me sigue consumiendo, aunque, lo siento por tí y por mí, ese fuego ya no me devore de tal manera. Pienso, amor, que cuando llegue el final de todo esto, podré describirlo muy bien como hizo Sabina: Te olvidaré en "19 días y 500 noches"...



Las primeras semanas fueron un continuo caer hasta el más profundo infierno para subir de repente al más luminoso cielo. Hacías como si no me vieras a veces, nunca me llamabas por teléfono, nos encontrábamos de madrugada tomando copas con otras personas y nos ofendíamos y acusábamos mutuamente. Y coincidíamos después a solas para continuar emborrachándonos juntos... aunque, por supuesto, en realidad seguíamos a solas, tú bien lo sabes...



Pasaron los meses, y, poco a poco, empezaste a llamarme de vez en cuando, tan sólo esporádicamente, y me decías como si tal cosa que porqué no quedábamos para tomar una copa. Quedábamos más temprano y comenzábamos a embriagarnos juntos antes... perdíamos el control del dinero, de nuestro carácter, rompíamos los límites de la misma furia para pasar de los más apasionados encuentros a las más infernales peleas... nos decíamos que nos amábamos y que nos mataríamos si nos veíamos con alguien más, para pelearnos violentamente minutos después por una mirada o una palabra hacia otra persona... No comprendo cómo nos humillábamos y ofendíamos como poca gente lo ha podido hacer. Ya nos habíamos faltado al respeto. Y en eso, ya no había vuelta atrás. Hubo traiciones, sospechas de traiciones, engaños ocultos y simulados... o incluso fingidos, para provocar la ira del otro. No puedo concebir cómo pudimos llegar a ese punto de degeneración y degradación mutua... Y, cuando alcanzábamos el momento de separarnos hasta la próxima, o, según nosotros, "para siempre" ¿recuerdas con qué convicción nos gritábamos que no nos llamáramos jamás, pero que, aunque yo jamás te llamé ni te pedí volver, cogía el teléfono ansiosa cuando siempre me llamabas para "charlar"? Tu mayor fallo fué que cuando volvías a mí, nunca era para charlar sobre el problema del momento, sino que actuabas como si nada hubiera ocurrido y, si yo intentaba hablar sobre ello para solucionarlo, te negabas rotundamente y cambiabas de tema. ¡Cuántas palabras nos faltaron por decir...! Mi mayor error fué seguirte la corriente y desistir de aclarar el problema, por no suscitar otra discusión.



Y así llegamos, mi amor cruel, al tiempo, hará año y pico, en que un día, de repente, dejiste que vendías a por mí a la puerta de mi casa. y así fué desde entonces hasta hoy día: Vives del paro, aunque mejor sería decir que vives de tus padres, a tus 48 añitos, pues casi todo el paro se te va en pagar un coche que se te antojó sabiendo que no podrías acabar de pagarlo y que, al final, acabarán quitándote. ¿Qué pude ver en un hombre como tú, que nunca lleva a cabo nada de lo que empieza, que tiene todos los vicios posibles, excepto el de la droga, que no es cariñoso, comprensivo o siquiera sabe mantener una amistad y que, por añadidura, y perdóname esto, tu único atributo físico es tu altura y un "equipamiento" nada despreciable? ¿Qué puede decirse de mí, qué clase de mujer soy queriendo todavía a un hombre como tú, que no merece ni mi compañía y mucho menos mi amor? ¿Cómo acabará una relación en la que ni siquiera hay fogosas reconciliaciones, pues hacemos el amor aproximadamente una vez al mes porque dices que se te han quitado las ganas de todo y que no tengo yo la culpa, pero que no puedes evitarlo, y que, a pesar de ser caprichoso y mandón, careces por completo de expetativas, de buenos impulsos y ni una de las características de un buen dominante, cuanto menos ni las de un hombre normal de tu edad, sin responsabilidad ni arraigos? ¿Qué retorcida parte de mi cerebro me lleva a seguir así y no hallar el valor de dejarte de una vez por todas y tener el valor de no regresar jamás a tí...?



¿Qué clase de enferma soy?



Creo que lo sé, mi amor extraño y lejano, mi eterno amor, mi veneno, mi cáncer...



La soledad me aterra...



Tuya (todavía...),



S. Jezabel.






5 comentarios:

Desapasionado dijo...

Me ha gustado el texto y me ha horrorizado el "alicate" que te obsesiona. Hombres como ese me convienen. Me elevan la autoestima. Por supuesto, olvídale. Y sigue escribiendo.

Unknown dijo...

Gracias por tu comentario, Desapasionado... sí, en ello estoy, en conseguir reunir el valor de dejarle y, después olvidarle. Escribir es un alivio, aunque a veces no se saque mucho en claro de ello... pero al menos tiene su catarsis. Saludos.

monah dijo...

Te entiendo tantísimo en algunas cosas... aún así, tú sabes, yo sé, todos sabemos que la única forma de no consumirte por completo es alejarte de él...

Te deseo toda la suerte del mundo, y si necesitas algo, ya sabes que aquí estoy ;)

Un beso mi niña

Flor de Lis dijo...

querida jezabel: creo que ya estás en el camino. Ya podés decir abiertamente cuales son sus vicios, sus errores, sus miserias. Seguramente pronto verás los ojos de otro hombre y te deslumbrarán, tanto como para volver a creer. Como para ver en ellos la llama de la dominación. Que te inspiren respeto y admiración.
Lo sé, lo firmo amiga.
Ya me contarás.
Te dejo un beso y un abrazo
flordelis{SAA}

Sailor dijo...

Preciosa... tu carta me ha dolido... porque comprendo tu sentir... sólo se que si necesitas mi ayuda cuentas conmigo... te podría dar algunos consejos energéticos via mail que ayuda demasiado... aquí hay más que un simple capricho... te lo aseguro...

saludos,