martes, 20 de mayo de 2014

EL ENCUENTRO.

En un cruce de caminos,
azotado por las brisas
de otros mundos
volveremos a encontrarnos,
y esa vez será la primera
que nos crucemos
en esta vida improbable.

En un lugar desierto
de otras presencias humanas,
habremos dejado atrás
toda atadura y toda precaución
para un encuentro concertado
desde muchos siglos
antes de la era de los hombres.

Habré venido a tí
como quien acude presuroso
al aroma de la lluvia,
de la sangre y la matanza;
acudirás a mí
con la presteza del lobo
que sigue con hambre eterna
el rastro de su alimento.

Vendré hasta tí,
escuchando tu voz
en cada estallido del trueno,
en el susurro del bosque umbrío;
vendrás a mí sin remedio
a través de mares y desiertos,
con la sombra del otoño en tu sonrisa,
vacío de decepción y de recuerdos.

En un cruce de caminos
nos miraremos a los ojos
para volver a conocernos,
sin mentiras ni disculpas,
y sabremos entonces,
con total certeza y sin angustia,
sin palabras vanas,
que habremos acudido
al reclamo invisible
del acero y de la muerte...

Y habré acudido a tí
buscando ese perfecto final
que yo sé
que en el fondo deseas;
y habrás venido a mí
porque tu ansia y tu vacío
te habrán traído, por fin,
al único lugar
de donde no te irás nunca...






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