jueves, 16 de septiembre de 2010

ANGUSTIA


Despertar de nuevo sola...

mejor dejo atrás la cama

antes de que sea enemiga al fin:

una mirada por la ventana

mientras enciendo un cigarrillo

que ni siquuiera me apetece:

Todo es gris allá afuera

y todo es desorden y sombra aquí dentro.

Mas pasa el tiempo y yo te espero,

me apoyo en el cristal de la ventana

y la gente que veo parecen fantasmas

sin prisa por llegar a ningún sitio...


Borraría de un plumazo,

-o con balas, quién lo sabe...-

a todos esos inocentes

que nada saben de tí ni de mí,

y menos de nosotros.


Me maquillo como una cualquiera,

y me visto de luto como siempre,

salgo a la calle impregnada de lluvia

y el aire en cierto modo

me arranca algunos años de las sienes,

como si este día fuera uno de aquellos

en los que el tiempo

no pensaba en jugar siempre en mi contra...


Camino lentamente, cansada de antemano,

llevo en el bolso un móvil callado

que no me trae tu voz ni tu silueta.

Estos hombres que me miran no saben

de mi dormir nebuloso ni de mi sed de tí,

pero les sonrío como si mis ojos

no estuvieran repletos de odio envenenado...


No puedo ahogar tu recuerdo

en los cientos de bares que me llaman.

Paso ante ellos mirando a la gente de dentro que ríe:

Yo entraría a todos y cada uno de ellos

como la Muerte Roja si soltara mis cadenas,

yo entregaría sus corazones empapados

a ignotos dioses de la muerte,

si con ello este ansia se saciara,

yo convertiría el whisky en sangre,

tornaría hiel la risa en sus gargantas,

secaría el torrente de sus venas,

si con ello mi propia sangre se calmara...


Pero tú no estás,- ¿dónde yaces?-

escucho lejano el eco de unos pasos,

pero es sólo en los desiertos pasillos de mi alma,

y durante un instante

sigo el rastro de un perfume y una piel

y mi hambre se exacerba...

No eres tú, es la presa equivocada,

pero sacia este dolor como si fueras tú:

Este cuerpo fue una vez mío,

reconozco su sabor en cada latido

y, aunque nunca me entregó su amor

como yo hice con el mío,

por esta noche me calma...


Regreso sobre mis pasos, tan sola como vine,

y pienso con delicia

en el vino de la vida que he probado...

Tú, oh, tú, que sabes de esta angustia,

grita mi nombre para que pueda encontrarte,

que la noche es inmensa y triste,

que me interno en laberintos de lluvia,

que te pierdo en cada esquina de lo eterno,

grita mi nombre -oh, tú-, guíame

para que mi perdición se encuentre

en cada centímetro de tu cuerpo amado,

que yo ya no sé amar

mas que en los sueños que nunca, nunca,

soy capaz de recordar cuando despierto...