lunes, 18 de agosto de 2014

LA MIRADA AJENA.

Por fín muere el verano,
pero aún hiere mis ojos
un sol ajeno,
un sol de otro sitio
que no es el mío...
mas llegará el otoño,
y le seguirá el invierno,
y yo, renacida al fin
ante las lluvias,
floreceré hacia tí todo mi mal,
que al fin y al cabo es tuyo,
y bajo esas calles
que veo y por las que camino
bajo otros ojos y otro cuerpo,
sentiré cómo un corazón,
mil veces maldito,
poco a poco
pierde su fuerza
y su alegría...
Ése será el rito de traspaso
que nunca debió realizarse
en un principio...
Y cuando llegue
la Noche de los Muertos
acabaré el proceso
de una manera o de otra...
Oh, ¿volverán mis ojos
a ver de nuevo
las cosas que amaba
del modo en que siempre
pude verlas?
¿Volverán los espejos
a devolverme
esta mirada esquiva
que ya no reconozco
como mía?
Yo me ahogaba
en tu respiración
poco
a
poco,

naufragarás,
cobarde e impío,
frente a las costas
de mis noches infinitas...


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